sábado, 1 de febrero de 2014

Carlos Vera Scamarone. La paradoja Cane. Lima: Casatomada, 2014. 231 pp.



Obra maestra ****
Muy buena ***
Buena**
Regular *

Carlos Vera Scamarone. La paradoja Cane. Lima: Casatomada, 2014. 231 pp.


Los viajes en el tiempo han formado parte de la fantasía del ser humano. Quizás el mayor paradigma en la literatura de CF sea La máquina del tiempo (1895) de H. G. Wells, que consolida al género a fines del siglo XIX. El deseo de desplazarse en el tiempo, viajar al pasado y cambiar el presente ha llenado la imaginación de muchos seres humanos, quizás porque no habitamos aún el mejor de los mundos posibles y porque en la vida moderna, estar en el mundo es sufrir intensamente,  o morir de a pocos; un mundo en donde todos tienen algo que desearían que no hubiese ocurrido; así, el ser humano quiere ir en contra de ese destino, en contra de su propia historia, de aquello que muchas veces es inevitable, por ejemplo, la muerte de un ser querido. Esa es la motivación principal del personaje principal de la novela de Carlos Vera Scamarone (Lima, 1974), también autor de Cartas para un éxodo (2010). Y es que el deseo de obtener una vida mejor, recuperar un objeto perdido del pasado (como en Citizen Kane del otro Wells) puede ser un deseo tan perverso desde el punto de vista psicoanalítico.

La paradoja Cane se inscribe dentro de la CF, y lo hace de un modo magistral, al utilizar las paradojas y los universos paralelos. El inicio de la novela puede engañar al lector al hacerle creer que se encuentra frente un drama sentimental sobre relaciones familiares. Un accidente automovilístico provocará la desestructuración del orden familiar de Cane, tras el fallecimiento de su hijo (la escena será luego clave para engarzar los otros elementos de la trama). La esposa terminará por abandonar a Daniel Cane, físico y prestigioso profesor universitario, que atravesará por un período de crisis. Paralelamente se va narrando en retrospectiva la adolescencia de Cane junto a su amigo Lou (los “nerds” que llegarán a ser grandes físicos) y el “bullyng” que comete contra ellos el abusivo Duncan Hershell (una suerte de Humberto Grieve vallejiano) personaje construido como oponente de Daniel Cane. 

Esta relación de abuso y la clave del viaje en el tiempo recuerda al clásico ochentero Volver al futuro (1985) de Robert Zemeckis, pero sin el humor edulcorado e inocente; es decir, Duncan Hershell es una suerte de Biff Tannen, malévolo personaje que –en el film- aprovechará el viaje en el tiempo para construir su propia fortuna (y que en algún momento de la trama abusa de George, padre de Marty McFly). Pero no estamos en Hill Valley en California, sino en la ciudad de Filadelfia. Este guiño al lector lleva a otro clásico del cine de CF El experimento Filadelfia (1984) de Stewart Rafill. Las escenas representadas en la novela de Vera Scamarone rinden un tributo encriptado a este film, pero manteniendo su originalidad.

Este punto resulta fundamental pues parece que la novela se influencia más de la cultura cinematográfica o televisiva, no solo en La dimensión desconocida de Rod Serling sino en los 12 monos (1995) de Terry Gilliam, en esta última, en la paradoja del tiempo circular  que crea una relación de causa-efecto; en el hecho en que no se puede cambiar el presente (al menos no en su totalidad, sin padecer las consecuencias negativas de tal acción).

Aquí llegamos a un punto fundamental de la novela: esta tiene una trama que intriga al lector y lo mantiene en suspenso, el narrador tiene un control absoluto de todos los elementos de la trama. Pero no solo eso, puede leerse como una película dramática de CF (eso sí, una película sin fondo musical, sin “The power of love” de Huey Lewis and the News; ni “Johnny B. Goode”, lo que aumenta aún más el carácter trágico), hay buenas descripciones de los escenarios y los personajes, tanto en su forma externa así como en su psicología. No son seres maniqueos sino con vida propia, autónomos del autor (aunque ambos nombres de Daniel Cane y Carlos Vera posean el mismo número de letras). Los demás personajes que se van insertando en la trama cumplen con la función de mantener el suspenso. Las últimas secciones del libro, dividido en 43 capítulos, resuelven parcialmente la paradoja, pues el círculo vicioso no se cerrará jamás. Como en las tramas del científico loco, el experimento nunca saldrá bien, y el castigo posterior que sufrirá es solo su consecuencia moral establecida de antemano, por más que el personaje o los personajes se aferren a las pulsiones de vida.

Ahora bien, ¿Dónde insertar esta novela dentro de la tradición local? Es una novela poco frecuente, pues si bien parte del modelo de Wells, intenta dar un sustento científico a la posibilidad del viaje en el tiempo, es decir, su inserción es sobre todo de base humanística, plantea conflictos humanos más allá de la ciencia, como la culpa y la búsqueda de redención (además del deseo de venganza y el de reinstalar un orden en su microcosmos). ¿Cuál es el “mensaje” de la novela? O no hay “mensaje” o se trata de buena y pura literatura de entretenimiento, lo cual no es un demérito sino una virtud.  El mensaje podría ser: no se puede cambiar el destino (los sucesos, los acontecimientos), por lo tanto el personaje (científico) es transgresor y desde el punto de vista pedagógico nos enseña a no transgredir las reglas en la vida real porque nos puede traer problemas (como en los cuentos de terror, en donde la transgresión a la prohibición tendrá consecuencias negativas), la ciencia es negativa; hay una desconfianza porque todo sale mal en la ciencia que intenta ir más allá de la normalidad del mundo; pero también podría ser: vivimos en un mundo en donde cada acto desencadena otra serie de hechos sobre los que uno no tiene control (como el efecto mariposa, dentro de la teoría del caos). En este caso se trata de estar alerta a los cambios, al acontecimiento, que puede no librarnos de la culpa, pero sí hacer más soportable nuestra existencia. Igual, la ciencia hace su intento, pero fracasa. El futuro es algo que se construye desde el presente, pero el presente será siempre pasado. Y el futuro (o uno de los mundos posibles que se sugiere) es totalmente distópico. 

La novela es inquietante. Pues así como podríamos cambiar nuestra microhistoria y vivir otras vidas,  llenas de esplendor y felicidad, también, en sentido inverso podríamos estar viviendo –en este momento- otras, distintas miserias humanas en diferentes universos paralelos en donde múltiples “yos” se reverberan ad infinitum en múltiples posibilidades, sin encontrarse, ni tocarse; ergo, este es solo un mundo posible, a la vez un simulacro posible de entre otros infinitos.

La paradoja Cane, abre una posibilidad para la CF peruana. Demás está en insistir en la madurez que han alcanzado algunas novelas recientes del género (Resplandor de Paco Bardales, El fantasmocopio de Carlos Freyre, Los viejos salvajes de Carlos de la Torre, Cazador de momentos de Juan José Cavero, Oso hormiguero de J.C.Luc4as). Esta novela es una de ellas y creo que marcará un hito en la tradición del género de CF. Escrita desde cierta base científica muestra el fracaso, la desconfianza en la racionalidad –acaso una crítica a la racionalidad o simple artefacto borgeano ficcional-, el atisbo de un mundo monstruoso, primitivo, uno de muchos mundos posibles que se plantea. La paradoja Cane es una notable novela y de lectura imprescindible. Se avecinan grandes tiempos para la literatura fantástica y CF en Perú. Celebro la aparición de esta novela y muchas otras de Carlos Daniel Cane Vera Scamarone.

Elton Honores

Universidad Nacional Mayor de San Marcos