lunes, 1 de febrero de 2010

El otro mundo de José B. Adolph

El otro mundo de José B. Adolph
Entrevista a Delia Revoredo Sedero


Elton Honores


Conversamos con Delia Sara Revoredo Sedero, artista plástica y compañera de José B. Adolph (Stuttgart 1933-Lima 2008), quien nos da un testimonio sobre el autor. Varios de sus cuadros han servido como portadas para los libros de Adolph, como De mujeres y heridas (2000), La verdad sobre Dios y JBA (2001) , Un ejército de locos (2003) y Es solo un viejo tren (2007). La entrevista se realizó el viernes 26 de diciembre de 2008 a las 9:00 am., en su casa, en Miraflores.

El exilio y los primeros años

¿La familia de Adolph fue expulsada de Alemania?

No. Al principio, en la Alemania nazi estaban contentos cuando los judíos se iban. . Incluso podían salir con algo de dinero, pero eso fue muy al principio... Luego se fueron poniendo un poco más «duros» con los judíos, y ya todos sabemos en qué terminó esa historia...

¿Dónde estudió?

En el Anglo Peruano, pero a la edad de 12 ó 13 años estudió un año en Chosica, en el Santa Rosa de Chosica, antes de irse a Nueva York, donde estuvo también un año. Lo mandaron interno al Santa Rosa de Chosica porque tenía muchos problemas de salud, con los bronquios, en parte fue por cuestiones de salud y también a ver si lo «enderezaban» un poco porque era demasiado rebelde... Comentaba que el director del Santa Rosa de Chosica era el padre Cirilo —que era español, flaquito y chiquito—, y que en la entrada había un retrato inmenso de Franco... Después de Nueva York regresó nuevamente al Anglo, donde solo llegó hasta tercero de media.

De las cartas a Rudy Neisser se desprenden algunos nombres... uno de ellos fue Francisco Stastny...

Sí. Recuerdo que una vez conversando con Francisco Stastny, contó que él había quedado muy impactado con algo que se le había grabado, que estando en la primaria, en un momento, cuando los profesores preguntaban «Qué quisieran hacer, ser de grandes». Según Stastny, mientras la mayoría dudaba o elegían profesiones más convencionales con una seguridad y aplomo impresionantes, Pepe [Adolph] respondió «Yo quiero ser escritor» o «Yo voy a ser escritor». Y eso le impactó. Pepe decía, «Seguro que tú lo has inventado». Y Stastny decía que no, que él lo dijo con una seguridad... Herman Braun es un pintor de éxito en París. La segunda novela de la trilogía De mujeres y heridas está inspirada en Max Braun y también el cuento «Un musgo frío»... Max era una persona muy especial... Moisés Gheiler era también gran amigo de Pepe a pesar de las diferencias de opinión, eran muy amigos... También Zuño Helfgott, incluso en una de las fotos del video de Ronald García, sale Zuño... él era profesor del Conservatorio...
Ismael Frías...
No sé si realmente amigos, pero se conocieron. Él falleció. De él le he escuchado hablar como un personaje rarísimo, misterioso, extraño, siempre con complejos de clandestinidad, de conspiración. Para él, todo se hacía desde las sombras, por juntas, a escondidas... un personaje extraño...

¿Adolph tendía a «mitificarse», a inventar cosas de sí mismo?

No. Para nada. Al contrario. En todo caso, si alguna vez decía algunas cosas sobre sí mismo, eran en forma autoagresiva, «rebajándose». Y no para hacerse el interesante o el especial... todo lo contrario. Tampoco se creía los halagos, le daban mucho pudor. Las personas tenían que hacerle recordar las cosas buenas sobre él... y aún así no se las creía, las evadía... generalmente con un chiste... o no les daba importancia...

¿Por qué dejó de estudiar?

En cuarto de media, decidió que ya no quería seguir estudiando y se empeñó en que lo jalaran en todos los cursos. Fue algo totalmente premeditado y deliberado. Ese fue el fin de todos sus estudios. A él le gustaba muchísimo leer. Pero el estudio…. fue una cosa que nunca pudo con eso, nunca le gustó. Además, estaba en una etapa de mucha rebeldía, entrando en la adolescencia, se mezcló el fastidio por el estudio, la rebeldía muy fuerte, los cuestionamientos...

Cuando se refiere al estudio se refiere al estudio como signo de «institución» o como actitud para la investigación..

Sí, a la enseñanza institucionalizada. Él decía que era incapaz de aprender o estudiar nada en forma sistemática, organizada, por obligación. Lo que aprendía, lo aprendía leyendo, lo que le interesaba. No leía algo «Porque hay que saber» esto o aquello o porque se lo ordenaran, sino con libertad, sin ningún propósito, ahondando en los temas y en los autores que le interesaban.

¿A qué se dedicaba el padre de Adolph en Lima?

Él alquilaba cines, generalmente que estaban quebrados y los ponía a funcionar. Él los alquilaba, compraba películas, los reflotaba y luego los vendía. También trabajaba haciendo filmaciones domésticas, fiestas, bautizos...

Entonces Adolph tuvo un acceso al cine importante para la época...

Sí. Él me contó que le ayudaba a su papá. No solo viendo películas. Incluso cuando su papá hacía sus filmaciones, él le cargaba las cosas... Recordaba una filmación sobre el padre Urraca y cómo el cura les mostró una rajadura por la que supuestamente se había escapado el padre, huyendo del demonio que se le presentó en forma de mujer …

¿Cuáles eran las preferencias de Adolph por el cine?

Delia Revoredo Sedero y José B. Adolph, en una reunión de Ciberayllu, en agosto del 2002.Sé que su gusto era amplio. Le fascinaba Fellini, si tuviera que mencionar solo a uno... También Bergman...

¿Veía films de ciencia ficción?

Sí, esas le gustaban también. Incluso las actuales. Si había una película que la daban en el cine pero había opción a comprarla, él definitivamente prefería ir al cine. Tenía un rechazo a verlas en tv... Yo le he escuchado comentar sobre propuestas para llevar obras suyas al cine... Sé que estaban interesados en filmar Dora, pero nunca se concretó... José Antonio Portugal estuvo interesado...

Adolph señala que estuvo dos semanas en Última Hora, pero que renunció porque no le pagaron...

Él decía que lo habían echado de todos los diarios y de los que no, había renunciado porque no le habían pagado. Lo último fue en La República, en los 90, porque tuvo la «osadía» de reclamar su sueldo. El decía: «Lo justo es lo justo». A veces la gente «aguanta» porque dicen «Ya me pagarán» o «por el prestigio de escribir acá». Él no tenía ese tipo de aguante. Creía que había que reclamar por su trabajo y, si no, se iba.

Adolph, la ciencia ficción y el «canon» personal

¿Cuál era el interés de Adolph por la ciencia ficción?

Él, en su interés por comprender y acercarse un poco a la realidad y sus misterios, sentía que tenía que ir más allá, y cuando uno va más allá en literatura, llámese ciencia ficción o «especulación», está tratando de acercarse a la realidad... tanto a la de los comportamientos humanos como a otras realidades que uno intenta descubrir, cuestionar y explicarse. El proyectarse o especular, es también analizar algo más concreto de la realidad.

Le preguntaba esto, porque usted señaló que Adolph no se reconocía necesariamente como escritor de ciencia ficción...

Él sí se reconocía como escritor de ciencia ficción, pero no solo eso. Es decir, él jamás se preocupó por definirse: «Yo soy un autor de ciencia ficción». Nunca se preocupó por etiquetarse, catalogarse. En alguna ocasión, decía «Sí, yo he hecho ciencia ficción, pero también otras cosas que no necesariamente son consideradas como ciencia ficción»... No le preocupaban las etiquetas: «Yo escribo y punto. Hago literatura fantástica, ciencia ficción, literatura de horror, lo que fuere, en todo caso, qué diablos. Yo escribo lo que tengo que escribir y punto». Él no se preocupaba por ese tema, era cuestión de los demás... A él le costaba reconocerse como escritor. Simplemente decía «yo escribo». Incluso cuando entraba a un país y tenía que rellenar el formulario, en Ocupación no ponía «escritor», porque se sentía tremendamente corto, sentía que era un acto de insolencia, de vanidad. Ponía periodista...

O «escritor de ciencia ficción»...

(Risas) Sí. Soy «escritor de ciencia ficción»... en todo caso, él se reconocía como escritor del género, pero no solo eso.

Sobre los autores peruanos ¿Conoce con quien tenía empatía dentro de la tradición peruana?
Sé que le gustaban mucho José Güich y Enrique Prochazka... También Eleodoro Vargas Vicuña, a quien conoció; Ventura García Calderón. Decía que «había sido injustamente tratado y olvidado», porque decían que era «afrancesado»...

e imperialista...

Sí... Le gustaba también Ribeyro. Vallejo, Eguren, y que si tuviera que quedarse con uno de estos dos, no sabría por cuál decidirse, también Watanabe, en cuanto a poesía... José María Arguedas, Rivera Martínez, Miguel Gutiérrez, la última novela de Díaz Herrera... Con Prochazka se conocieron una vez en la presentación de un libro de Luis Freire. Prochazka se acercó a Pepe para saludarlo... A José Güich, lo conoció cuando lo trajo Julio Viccina a la casa... Pepe no estaba muy enterado de lo que se producía últimamente en el ambiente literario peruano ni relacionándose con él, sino totalmente fuera, como en otro mundo... También le gustaron cosas de Gonzalo Málaga...para citar alguno de los autores de las nuevas generaciones. Para Pepe la literatura si era buena, era buena, sin importarle el género o lugar de procedencia, no estuvo en la búsqueda de eso...

Si uno considera a Vargas Vicuña y a García Calderón, observa que son autores olvidados y que conforman un canon personal, muy marginal...

Sí... También entra mucho el prejuicio hacia el autor: lo catalogan y lo sacan del medio...

¿Adolph era sociable?

Pepe era una persona muy solitaria, no era muy «amiguero», de verse con gente, frecuentarla. Él proyectaba la imagen de que era muy comunicativo, «amiguero», pero no era así. Él conoció a mucha gente y era conocido, pero de tratarla, de reunirse, frecuentarla, poquísimo: Él era prácticamente un ermitaño.

¿No llegó a concretar ningún libro de poesía?

Han quedado algunos poemas inéditos que encontré en la computadora, unos diez o doce de hace diez años... No sé si en algún momento tuvo interés en publicarlos... Los escribía... Siempre escribió, pero por temporadas, le venía con mucha fuerza la necesidad, excepto en los últimos años por problemas de salud….lo hacía sobre todo en las mañanas, a partir de las diez, después del desayuno... con el cigarrillo... decía que fumaba desde los doce años... nunca lo dejó...

¿Por qué Adolph se nacionalizó como peruano?

Hasta antes de regresar a Alemania a finales de los cincuenta estuvo como apátrida, y allí recuperó la nacionalidad alemana que le habían quitado. Luego, al regresar al Perú, para obtener un trabajo necesitaba la nacionalidad peruana. Entonces dijo «Como quiera que sea, de Alemania prácticamente nos botaron, aquí en Perú nos acogieron».

Dispersiones adolphianas

¿Publicó algo durante su estancia en Alemania en los 60?

Sí. Envió algunas colaboraciones que se publicaron en Alemania...

En el extranjero ¿Nunca le pedían permiso para ser antologado?

Hace relativamente poco, dos o tres años, se enteró que había sido antologado en Italia. Los localizó y llegó a contactarse con ellos, era una revista de ciencia ficción... Decía que aunque sea le hubieran comunicado, aunque no le enviaran un ejemplar... un plagio total... Eso le sucedió muchas veces. Sé que si a él le preguntaban para publicar, él aceptaba...pero no siempre lo hacían.

En una entrevista antigua Adolph señala que Mañana, las ratas estaba a publicarse en Polonia...

No sé si se llegó a publicar... Él llego a localizar a la traductora hace muchos años... Sé que estaba en conversaciones con esta traductora... eso fue importante porque se publicaron en Polonia otras cosas de Pepe...

Veo que en los libros de la biblioteca de Adolph no hay ninguna anotación o glosas:.. el libro era un objeto de culto...

(Risas) Sí, anotar cosas en un libro o subrayar frases, le parecía algo horrendo, detestaba esa costumbre. Le encantaban los libros, no solo leerlos sino como objetos, le parecían lindísimos, bellos, le fascinaban. Cuando no había más espacio, los donaba, ha regalado muchos libros a bibliotecas. Luego en cada mudanza, se fueron perdiendo, y también tuvo que deshacerse de bibliotecas completas ... Pepe leía de todo, no tenía un tema en particular. En los últimos años no quería leer cosas demasiado profundas sino de entretenimiento, policiales... pero leía de todo...

El teatro y sobre la crítica

Adolph tuvo una producción teatral fuerte en los 70 ¿Por qué dejó de escribir teatro?

Creo que él iba incursionando en diferentes campos. Así como ha hecho poesía, teatro... nunca se quedó en un género literario... Hizo ciencia ficción, otras cosas también ... Él escribía de acuerdo a lo que tenía necesidad de escribir, nunca se ceñía a modas literarias, o tal género o a un determinado proyecto casi autoimpuesto, «Ahora tengo que hacer esto». No. Respondía más a una necesidad. Él escribía lo que sentía que tenía que escribir en el momento y punto... también es cierto que hay cosas que motivan... Si hace obras de teatro y en el Perú no de dan mayor importancia, una persona tampoco se siente motivada. Pienso que ese puede haber sido un motivo...

La marginalidad hacia el teatro...

Sí. Si alguien escribe algo y ve que nadie le hace caso, que nadie va a poner la obra en escena, si no hay realmente acogida o hay dificultades, realmente eso desmotiva. Hablé con Gabriela Velásquez, que iba a participar en una lectura de Asedio y liberación del ciego y la parturienta, y me comentó que ellos estaban haciendo un trabajo de rescate y que en ese momento se plantearon: cómo es posible que en el Perú, teniendo autores teatrales importantes, uno tenga que traer obras de fuera. Empezaron a ver lo que tenían en la biblioteca, en San Marcos. Y las obras enviadas estaban conservadas con seudónimos como fueron presentadas a los concursos. Ellos no eligieron tal o cual autor, sino que eligieron sin saber, y al elegir entre todas las obras a representar se dieron con la sorpresa que era de Pepe, que ya había fallecido. Me dijo que no tuvo nada que ver este hecho o que se le haya querido hacer un homenaje. Simplemente coincidió, porque ella ni siquiera sabía que Pepe hacía teatro. Quedaron gratamente sorprendidos...

¿Tuvo Adolph contacto con escritores del extranjero?

Muy poco en realidad. Con René Avilés Fabila se cartearon durante muchísimo tiempo, durante años. Las cartas desparecieron, ya no están, probablemente se perdieron en una de las tantas mudanzas. Pepe guardaba algunas cosas, no de forma ordenada, quizás en un cajón. Pero sí tenía un orden mental para la creación...

En día del homenaje póstumo a José B. Adolph usted mencionó algo respecto de la crítica. ¿Adolph pensaba igual, que la crítica lo había marginado?

Nunca hablamos de ese tema. Lo que dije fue mi opinión personal. Sobre ese tema él alguna vez dijo «Yo no entiendo qué pasa». En los últimos tiempos él se estuvo preguntando «¿Qué sucede?». Incluso conversando con algunos escritores preguntaba «Yo soy una persona que no me voy a ofender, pero realmente quiero saber qué pasa, por qué ese silenciamiento. Realmente es tan malo lo que hago? Quisiera saber». Algunas personas allegadas callaban, no decían nada, y Pepe estaba convencido de que las cosas que hacía no le interesaban a nadie, que no tenían ningún valor. Creo que es una mezcla de muchas cosas. Por un lado, las argollas, las envidias, las mezquindades, por su forma desenfadada, abierta y franca de expresar sus opiniones en esta sociedad hipócrita. También, porque mucha gente no entendía las cosas que él hacía, no sabían como encasillarlo, era un escritor atípico para el Perú. También pudo ser por razones políticas, por la participación que tuvo o porque lo tildaban de «políticamente incorrecto»... Es un tema discutible... Al margen de eso, pienso que literatura es literatura. Simplemente decidieron silenciarlo... Resumiendo todo, diría: mezquindad...

Pero es paradójico porque revisando los textos antologados... porque aparece en varias de ellas... sobre todo en el extranjero...

Él no lo daba importancia a eso... pero acá en el Perú, no se le ha valorado. Y quién sabe por eso, sobre todo en los últimos tiempos, pensaba que lo que había escrito no tenía ningún valor. Inclusive, José Antonio Bravo, hizo un recuento sobre escritores peruanos de diferentes años en varios tomos, y ahí, ni siquiera lo nombra. Yo puedo entender que un autor no le guste, pero al extremo de ni siquiera nombrarlo... sobre todo si ponen a otros con una calidad muy discutible...

La bandera en alto

¿Con cuál de todos sus textos se sentía Adolph más satisfecho?

El libro que más le gustaba y coincido con él es Ningún Dios de la trilogía De mujeres y heridas. En su momento le dije que fue un error publicar las tres novelas juntas, la letra es muy pequeña. Ese libro merecía publicarse de modo autónomo. Y él lo le reconoció «¿Qué opción tenía?». Ahora es más fácil, pero en ese momento era más difícil publicar, Dijo «por último si interesa, está ahí, el libro está». Me parece muy bueno...

Del material inédito, ¿qué ha dejado?

Hay una novela política, una parodia. La escribió hace tiempo. Es una de las cosas que quedaron de hace muchos años, de la época de Fujimori. Es sobre un dictador. Se llama La bandera en alto. Probablemente se publique. Hay un libro de cuentos inéditos, que «aparentemente» no tienen tanta profundidad, pero son muy buenos, divertidos, tomaduras de pelo…. cuestionadores, desmitificadores, más por ese lado. Le toma el pelo al psicoanálisis y a los psicoanalistas, muy divertidos, humor muy al estilo Adolph. Hay otros textos también. No sé si podrían publicarse, no hablamos de ello, no sé si hubiera querido. Ese tipo de cosas me frenan. No soy partidaria de que todo deba publicarse. Sé que él hubiera podido producir mucho más, pero lo que lo frenó muchísimo fue el hecho de no haber opción para publicar y el que no se le leyera y hasta se le ignorara. A él se le «amontonaban» los libros, y decía que mientras tenga libros apiñados, eso no le motivaba, «¿Para qué?», decía, para seguir arrumando cosas... Sé que le hubiera gustado incursionar en el cine, pero aquí no hay una industria...

¿Cómo definiría a Adolph como escritor?

(Silencio) Se me hace difícil definirlo, pienso que su obra tiene mucha profundidad psicológica, de visión de lo que es la vida, la realidad, es muy completo. A mi me gusta su obra, ese intento de acercamiento a la realidad, algunas veces con humor, desmitificando. Una lectura que dice muchas cosas pero que hace que a una le surjan nuevas preguntas, nuevos cuestionamientos, donde a una le hacen pensar cosas y va tratando de descubrir otras permanentemente, nuevas interrogantes y por cada cosa que una comprende, se queda una con muchas más preguntas. Desde La batalla del café, siento como si me noquearan, me dejan revuelta y al mismo tiempo, vital. Aunque muchas veces me hacen sentir pésimo. A veces le decía, «Qué maldito eres, me has revuelto, me has dejado mal», pero al mismo tiempo, creo, tienen un elemento muy vital, porque una siente que ahí está la vida, con todas sus interrogantes. Siento que su obra es fuerte, sobre todo en algunos cuentos, a partir de La batalla del café y en la novela Ningún Dios, que creo que muy poca gente ha entendido. Y con elementos de humor... Pepe nunca pensó que alguien pudiera tener interés en sus cosas, nunca se lo imaginó. «Si no me dieron bola vivo, de muerto mucho menos», el siempre hacía bromas al respecto, él pensaba que iba a ser así. Desde su punto de vista agnóstico pensaba que una vez muerto, para él ya no tendría ningún sentido que se le valorara. «¿Para qué?». Él no hubiera sido partidario de que mueva algo. «Total –decía– me da lo mismo, yo no me enteraría». Sin embargo, a pesar de concordar con él, no sé por qué a veces una se encuentra haciendo cosas, buscando alguna editorial que pueda publicar. Tal vez la rabia y la indignación me muevan... o el deseo de mantenerlo vivo... Sé que a Pepe no le hubiera interesado. Sin embargo creo que es importante. Espero que se valore y se reconozca lo que él hizo. Desde el momento que alguien escribe es porque siente que tiene algo que decir y Pepe dijo muchas cosas importantes.

Publicado originalmente en Ciberayllu
http://www.ciberayllu.org/Cronicas/EH_DeliaRevoredo.html